28 febrero 2006

Anexados.

Recorriendo senderos abstractos de verde eléctrico, donde dos mundos se unen. Por un lado la imaginación de Oniria que nos mece en su regazo. Por otro, la realidad, cuya imperturbable huella deja siempre a su paso el rastro de la razón. Somos oyentes de un mundo infinito, cuyas ondas invaden nuestros sentidos y, sin pedir permiso, son invitados de honor de nuestros oidos. Tornados multicolor rocían nuestras pupilas con destellos imposibles, expandiendo así la consciencia de lo imposible. En nuestro camino nos unimos con seres bondadosos, extraños pasajeros que nos acompañan en nuestro crucero hacia la realidad. Pitufos, duendes y pulpos humanos son cómplices de nuestras fantasías, que son más bellas por ser ciertas durante el trayecto. Templamos el hechizo danzando básicamente, donde finalmente nuestros cuerpos vuelven a ser nuestros y alcanzamos la meta no deseada, por despertarnos de éste curioso sueño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que es la realidad, más que trozos del tiempo aprisionados en nuestra memoria. ¿Y el tiempo? Para cada perro su hueso. No importa estar en la tierra o en las nubes, el momento sublime yace de las reacciones aportadas en cualquiera de los dos lugares. ¿Y quien dice que solo hay dos lugares? El mismo que dice que solo hay un dios...